jueves, 21 de enero de 2010

La playa


"Solo está tratando de amarte de cualquier forma". Invierte todos sus últimos esfuerzos en no olvidar cada detalle de tu rostro, pero cada día le resulta más y más difícil. Ha pasado mucho tiempo. Demasiado quizás. Pero aun así no ha habido un día en el que no haya pasado por aquella playa y se haya quedado mirando el horizonte.

Aquel lugar donde os conocisteis y donde empezó todo, también se convirtió en el escenario de la despedida. Una despedida innecesaria, o al menos así lo ve ella. Intenta con toda su alma, guardar todo ese amor, pero siente que con el tiempo se le ha ido escapando. Cada vez le resulta más difícil quererte en la distancia.
Recuerda y recuerda... te recuerda a ti.. a los dos. Eran tiempos mejores... tiempos mas fáciles,
en los que pasabais las 24 horas del día juntos, en los que os empachabais el uno del otro
y aun así insistíais en repetir. Erais locos, jóvenes, y de hecho aun lo sois, pero el tiempo juega malas pasadas y mas si tiene como aliada la distancia...


Sube a mi cohete


-Yo se que podemos.

Ella se aferró a él con fuerza.

-No te sueltes de mi mano.

Él solo quería llevarla a su universo particular, mostrarle como había construido todo un mundo propio a raíz de que ella había entrado en su vida. Se encontraba en un estado total de ingravidez cada vez que la tenía cerca, y en el estómago se le dibujaba un vacío cada vez que su imagen aparecía en su mente. Ahora compartían un mismo universo, un mismo futuro. Y no importaba nada de lo que ocurriera fuera de aquella burbuja. Nada en absoluto. ¿Para que seguir a los demás pudiendo ir contracorriente?.

Ella le tachaba de loco. Le decía que era un infantil, un cursi. Y que no le creía ni media palabra.

Pero él sabía que ella sentía lo mismo, que le creía. Pero ella era mas dura a la hora de mostrar las emociones.

-Tachame de loco si quieres, de cursi o de infantil, pero yo se que te encantaria entrar en ese mundo, en mi mundo. Un mundo creado por mi, para nosotros. Un mundo que yo cree solo para tí...porque yo se que podemos...




See you soon

¿Qué pasa cuando pierdes la confianza en ti mismo, en los demás, en todo lo que te rodea?. El mundo se vuelve un lugar frío y sin sentido, lo mires por donde lo mires. No hay nada que puedas hacer. Te lanzas a la calle con tu chaleco antibalas invisible, e ingenuos que somos, pensamos que así nada ni nadie puede hacernos daño. Pero nos lo hacen... ¡y de que forma!.


Entonces, aunque sabes que no deberías volver atrás, te retractas y vuelves a creer en algo, en alguien, incluso con el tiempo, vuelves a creer en ti mismo. Vuelve la confianza, necesaria para ser quien eres, para poder seguir adelante. Muchas veces vuelve por el propio egoísmo, porque necesitamos sentirnos queridos y tener alguien en quien apoyarnos. Porque aunque unos te hagan daño, otros muchos están contigo ahí, aunque a veces no los sientas todo lo cerca que te gustaría, aunque a veces no puedas verlos... Aun así sabes que harás el esfuerzo de encontrarles, que vas a conseguir ver en sus ojos lo que estás buscando. Sentir su apoyo con tan solo una mirada...


Mejor mañana


Mil vueltas sobre la almohada y ha puesto su mundo del revés. Hoy se ha despertado con ganas de bailar sobre todos los problemas de la semana pasada, y pisotearlos hasta hacerlos insignificantes. "Todo irá mejor mañana" se había repetido una y otra vez. Y lo cierto es que esto no se había cumplido en absoluto hasta el día de hoy. ¿El mejor dia de su vida?. Puede que si. Al fin y al cabo, no todos los dias se despertaba con esa sonrisa en la boca. De hecho, hasta el irritante sonido del despertador le resultó agradable. Marcaba el comienzo de algo nuevo... porque a pesar de que lo más fácil era rendirse y dejar que todo la sobrepasase, ella no era de esa clase de personas. No. Ella siempre encontraba motivos para seguir adelante, para no parar por muy pesado que le resultase el camino.

"500 gramos de nicotina pegados en el pulmón". "Cientos de litros de cafeína acelerando el motor". Pero es que sencillamente ella era así, no podía quedarse quieta, sentada en un sillón y más sabiendo que todo podría salir mejor al día siguiente. Se enfundó unos vaqueros, y agarró la primera camiseta que encontró dentro de aquel primer cajón revuelto. La puerta la esperaba al otro lado de la habitación, salió bailando y la cerró tras de sí. Definitivamente hacía un día fantástico. Encima de la cama, una nota:

"Creer que todo cambiará. Así me siento más feliz. Da igual, lo tengo que intentar.... cada nota me hace sonreír. Dile a los demás que fui un cometa errante, una luz que se perdió buscando el norte. Tengo la impresión que mi vida cambiará a mejor, mañana, mejor... sin más".



Por eso...

Se despertó muy temprano con tal de disfrutar más rato de ella, y se dedico a mirarla. Sí, ahí seguía, durmiendo como un ángel recién caído del cielo, ajena a todo y a todos. Parecía que ni el mayor de los problemas del mundo pudiera interrumpir su sueño. Podía pasarse horas mirándola, disminuyo su respiración para no despertarla. Era tan hermosa…Desde hacía unos días en su cara se había dibujado esa sonrisa bobalicona que por más esfuerzos que hiciera no conseguía quitar, pero es que era pensar en ella y aparecérsele en el rostro. Se sentía pequeño, pero fuerte a su lado. Pleno, por primera vez en su vida estaba completo. Después de conocerla no se podía imaginar un futuro que no estuviera alrededor de ella. No entendía como podía haber estado sobreviviendo tanto tiempo sin ella, ni la manera en la que de repente apareció. Todas sus vidas transcurrieron en la misma pequeña ciudad y sin encontrarse, o lo peor, que la hubiese tenido al lado y no se hubiese dado cuenta. Aunque eso era prácticamente imposible. Es de esas personas que llaman la atención aunque no lo quieran, que solo con estar en un sitio lo iluminan con su gracia natural. Definitivamente no, eso no era posible, él se habría fijado en esa personita de ojos grandes y mirada penetrante.Tanto tiempo perdido… tanto tiempo sin ella…Recordó como la conoció en una noche fría de diciembre en la que sus amigos casi le tuvieron que obligar a salir de su casa, precisamente le convencieron diciendo que los días que menos ganas de salir, son los que mejor te lo pasas. Y así fue. Eran dos almas solitarias que se unieron en una sola y fuerte. "Hizo pequeños sus males y los alejó de él", por eso junto a ella no sentía "ni hambre ni frío ni miedo ni sueño" y ojala que ella tampoco sintiera ni hambre ni frío ni miedo ni sueño a su lado.



Friends Will Be Friends


Dicen que los amigos son como las estrellas. Que siempre estan ahí aunque no puedas verlos. Que un amigo es un tesoro, y conforme pasa el tiempo, cada vez se da más cuenta de la gran verdad que se esconde detrás de esa frase. Es la persona con la que puedes pensar en voz alta. La persona con la que eres tu y solo tu. "Intenta encontrar un amigo sin defectos y te quedarás solo". Pero ¿para qué? ¿por qué buscar amigos perfectos, sin ningún tipo de defectos?. Eso sería de lo más aburrido y sabía que era mejor así. Ella vivía enamorada de los defectos de todos y cada uno de ellos. Esto era lo que les hacía verdaderamente únicos y especiales.

Hacía tiempo que estaba inquieta. Le asustaba la idea de que algunas de sus estrellas se estuvieran apagando o incluso las hubiera perdido para siempre. Pero hoy, con la luz del sol colandose entre las cortinas, se ha despertado mirando las cosas de otra forma. Borrón y cuenta nueva. No importa la distancia, ni el tiempo, ni el resto del mundo. No importa NADA. Se ha dado cuenta de que no está perdiendo estrellas. Simplemente ha descubierto que son fugaces. Estrellas que no siempre podrán estar con ella, pero que cuando todo se vuelva oscuro y no sepa que hacer, siempre apareceran para pedirles un deseo...


jueves, 14 de enero de 2010

Tu mirada me hace grande

Cerró los ojos y arrugó la nariz ante aquel perfume inconfundible. Sabía perfectamente a quien pertenecía. De hecho, sabía mucho más. Lo sabía todo de ella.

Se levanto de aquella cama, donde minutos antes se había sentado para disfrutar de aquel momento tan poco habitual. Con pasos pesados se fue acercando a la puerta, y a pesar de que su intención era salir de allí, había algo dentro de esa habitación que lo arrastraba a quedarse. "No. Basta. Podría venir en cualquier momento". Agarró el pomo de la puerta con decisión y tras volver a echar un último vistazo rápido a la estancia, salió por fin.

-¿Se puede saber donde te habías metido?

Se inventó una simple escusa para responder a la pregunta de su amigo, y entre risas, ambos se dirigieron por aquel gran pasillo hacia el salón, donde aguardaban el resto de invitados.

Y entonces, la vio entre la gente. Saludando a unos y a otros, siempre con su eterna sonrisa. Sencilla, pero elegante como la que más. Ni siquiera el hecho de que estuvieran allí todos aquellos hipócritas y estirados, conseguía enturbiar su presencia. Tenía claro, o eso creía, a lo que había venido. Lo que no había planeado era como conseguiría su objetivo.

Eran exactamente iguales. A ninguno de los dos les importaba lo que pudieran decir los demás, y les encantaba buscarse problemas. Compartían también sus ganas de salir corriendo de aquellas aburridas fiestas de "amigos" en las que solo importaban las apariencias. Definitivamente, no eran como ellos. Bueno, es posible que si que tuvieran el mismo nivel adquisitivo. De hecho, en ese aspecto, todos los que estaban allí eran probablemente muy parecidos. Sin embargo, nunca les había gustado ese sentimiento de superioridad que gastaban la gran mayoría de ellos.

La siguió con la mirada hasta que finalmente consiguió que ella reparara en él. Una breve sonrisa cruzo su rostro. Estaba aun mas guapa que la última vez. Después de saludar por cortesía a unos cuantos invitados más, se acerco a el con una amplia sonrisa.

-Vaya, creo que soy el hombre mas afortunado del mundo...
-Ven aquí, idiota.- Y se lanzó hacia el para abrazarle.
-¿Ya estás cansada de tanto hipócrita, doña anfitriona?
-Sabes que son mis padres los que me obligan a estar aquí.
-Vámonos entonces.- Le tendió una mano.
Lo dijo tan convencido que, sin perder la sonrisa, agarro su mano, y fue ella misma la que salió corriendo en dirección a la puerta de la cocina mientras tiraba de él y esquivaba a algunos invitados.

Se pasaron la noche recorriendo las calles de Madrid entre risas y canciones que les hacían sentir bien. Hablaron de todas y cada una de las cosas que habían pasado desde la última vez que se habían visto. Sentados en el banco de un parque, se dedicaron a criticar uno por uno a los invitados que mas odiaban. En definitiva fue una noche inmejorable. "¿Por que estropearla?" se repetía a si mismo en el momento de despedirse. Lo era todo para él, y le bastaba con compartir con ella momentos como los de aquella noche. Además, ¿por que no reconocerlo?. Tenía miedo. Miedo de perder aquello tan especial que tenían y de que nada volviera a ser como antes. Quizás era mas sencillo dejar todo tal y como estaba. Al fin y al cabo, así le bastaba para ser feliz...